Todos hemos pasado por eso.
Ha diseñado algo de lo que está orgulloso. Luego el cliente pide cambios, retoques y más cambios, convirtiendo el resultado final en algo que no querría en su portfolio o que no tiene nada que ver con el primer briefing.
¿Qué puede hacer?
De hecho, el cliente es el rey. Sin embargo, el diseño debe ser siempre una solución a un problema existente. Hay muchos problemas empresariales que pueden resolverse o mejorarse con un enfoque de diseño inteligente y estratégico.
A veces, las indicaciones del cliente no tienen que ver con el diseño, sino con el problema que quiere solucionar. Cuando se le presenta una solución de diseño, el cliente sabe lo que no le gusta, opina que no es el camino a seguir, pero no puede explicar exactamente por qué o qué quiere cambiar.
Entonces, ¿cuál es el papel del director artístico en esta ecuación?
Como director artístico, debe definir el aspecto y el tono de cada proyecto. Entonces, artculará la visión con el equipo de diseñadores.
La estética suele ser el punto en el que las opiniones difieren entre el cliente y el director artístico.
Además de tener ojo para la estética, el director artístico debe tener también buen ojo para los negocios. Con esta habilidad, el director artístico será capaz de ver los comentarios del cliente desde una perspectiva empresarial.
Recuerde que el cliente sólo quiere una cosa: que su negocio prospere. Si trata de «sentir su dolor», comprenderá fácilmente el problema y lo resolverá de una manera que él nunca consideraría.
Añada valor a su propuesta utilizando su experiencia, explicando por qué ha utilizado una combinación de colores o un clima particular en lugar de limitarse a informar.
¿Se imagina como director artístico?
¿Tiene ojo para el diseño visual?
¿Le gusta participar en proyectos y trabajar en equipo?
¿Es usted un «problem-solver»?
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