Al abordar nuevos mercados y oportunidades, las empresas que aplican el marketing estratégico recurren a estudios de mercado y análisis de tendencias, con el objetivo de anticipar las necesidades y el comportamiento de los consumidores o clientes potenciales.
Al invertir en estos procesos, las empresas buscan desarrollar una propuesta de valor diferenciada, lo que implica un mejor posicionamiento de su marca, definir una oferta de productos/servicios con mayor valor percibido, y mejorar la experiencia proporcionada a lo largo del trayecto, con el fin de generar la satisfacción del cliente.
En este contexto, consideremos ahora dos cuestiones:
- Si nos remontamos a las tendencias en 2020, ¿dónde encontramos referencia a la posibilidad de una pandemia mundial?
- Y, si consideramos las principales tendencias, estudios de mercado y proyecciones para este año 2023, ¿dónde encontramos referencias a la posibilidad de una guerra en Europa?
Estos dos fenómenos, en las últimas décadas, son los que más han impactado en los mercados mundiales y, en consecuencia, los que han inducido mayores cambios en el comportamiento de consumidores y empresas.
Haciendo la analogía con las travesías oceánicas, puedo decir que, hoy en día, los riesgos son democráticos y afectan a naciones y clases sociales sin respetar ningún tipo de fronteras.
Así pues, en el océano de discontinuidades, incertidumbres y perturbaciones que caracterizan el presente, ¿qué marca la diferencia en el liderazgo empresarial y en la forma en que las empresas reaccionan para mantener la rentabilidad y, cuando sea posible, obtener ventajas competitivas?
Ante contextos tan dinámicos como los que hemos venido experimentando en los últimos años, las empresas obtienen ventajas competitivas que, de forma más rápida y eficaz, son capaces de adaptarse a los cambios e incertidumbres del mercado, gestionando los riesgos y presentando soluciones que permitan satisfacer las necesidades de nuevos clientes y diferenciarse de la competencia. En otras palabras, es a través de la capacidad de una organización para leer e incluso anticiparse a los cambios que se producen, y adaptar rápidamente su sistema al entorno desconocido, con respuestas innovadoras y creativas, que se generan beneficios y se materializa la diferencia.
Al igual que los procesos adoptados en tecnología, la agilidad de las empresas en marketing es evidente:
- la forma en que se centran en los consumidores y hacen de la voz del cliente una prioridad;
- promoviendo la mejora continua, mediante la iteración rápida y
ciclos de aprendizaje;
- la facilidad con que promueven el cambio y se adaptan para responder a
las crecientes expectativas de los clientes;
- y, mediante la colaboración de toda la empresa, abriéndose para
responder a las necesidades de los clientes.
Las empresas que, a través de la cultura, los procesos y las herramientas, consiguen poner en práctica estos principios, tienen en su agilidad y tiempo de respuesta a los mercados factores distintivos para obtener beneficios.
En este mundo más centrado en el cliente, las organizaciones líderes cuyas estrategias combinan la tecnología con el factor humano, que se enfrentan al imponderable comportamiento de los consumidores, que interpretan los datos a tiempo y que enfatizan la agilidad en la experiencia por rutas nunca antes navegadas, en las que el marketing se afirma en la gestión de los flujos, como faro de crecimiento y creación de valor.
João Filipe Torneiro
Consultor, Gestor de Empresas y Disertante
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